El gallo
bankiva (Gallus gallus), es un ave
tímida y pequeña que vive en las selvas sudasiáticas", se espanta con la
presencia humana. Este ave fue domesticada hace miles de años en esas selvas,
de donde salió para China y de ahí a Europa y África.
Estudios
antropológicos señalan que la razón por la que fue domesticado fue para usarlo
en peleas de gallos, que en aquellos tiempos formaban parte de rituales
religiosos.
Sus parientes
menos tímidos y por ello más mansos, fueron criados masivamente para acabar en
las mesas de todo el mundo. En la gastronomía abanquina por ejemplo estas aves
criadas domésticamente se convierten en ricos estofados, en un tallarín con gallina,
o en un suculento caldo de gallina, o como parte de un timpu, o una gallina al horno,
etc.
La pelea de
gallos o riña de gallos es un combate entre dos gallos de un mismo género o
raza de aves denominada: "aves finas de combate", las que fueron organizadas
desde tiempos inmemoriales para lo que algunos seres humanos consideran su disfrute.
El origen de
la pelea de gallos es el continente asiático. Se tienen noticia que en China hace
2,500 años ya se jugaba, y es muy probable 1,000 años antes se hicieran en la
India.
En el primer
siglo después de Cristo, Julio Cesar introdujo en Roma las peleas de gallos y
más tarde esta afición romana llegó a las Galias (Francia) y la Britania
(Inglaterra).
En el siglo
XVI, durante el reinado de Enrique VIII[1] las
peleas de gallos se realizaron en el palacio de Whitehall.[2] El
juego se convirtió en un deporte nacional a tal punto que en ciertas escuelas se
enseñaba a los estudiantes todos los secretos de esta afición desde la crianza,
traqueo y acondicionamiento de los gallos. Durante el tiempo de más
popularidad, el mismo clero las patrocinaba, así los patios de las iglesias y
el interior de las mismas fueron utilizados como coliseos gallísticos.
En XVII, época
de la reina Victoria, se prohibió esta afición, hasta tal punto que a la fecha
es inexistente, pero sin embargo aun pervive de aquellas gloriosas épocas una
casta de gallos ingleses denominada Pyles
de Charles II que son muy cotizados a nivel mundial por los criadores.
En España, las
peleas de gallos han supervivido por más tiempo, es probable que los primeros
gallos hayan llegado con los cartagineses que en el siglo II d.C. tenían importantes
asentamientos en el levante peninsular, y que esta afición haya sido
incrementada por los romanos al partir del siglo III, y más adelante en el
Siglo VIII por la conquista musulmana de los moros. Hoy son una afición popular
en Bilbao, Oviedo, Madrid, Barcelona y Valencia. A la América española esta
afición llegó con la conquista de continente en el siglo XVI.
En Abancay y
en todo Apurímac, en sus inicios esta afición fue privilegio de los hacendados
españoles y criollos, pero en la primera mitad del siglo XX, fue paulatinamente
trasladándose a las principales ciudades apurimeñas como Abancay y Andahuaylas,
donde se instaló definitivamente como una de las más indesmayables tradiciones de
los abanquinos del campo y la ciudad.
La principal
afición de los criadores abanquinos son las peleas de gallos de navaja, siendo
las más importantes castas del origen de sus crianzas, los Sumatra, los españoles,
los ingleses, irlandeses y los chilenos (mapuches y araucanos) que dieron
origen a las variopintas estirpes de los gallos peruanos como: “Ajisecos”, “Pedraglio”,
“Jiros o Giros”, “Churos o moros”, “Carmelo”, “Pinto” “Canelos o Gallinos”,
“Rayados”, “Negro”, “Flor de haba”, “Blancos”. “Blancos Mantequilla”,
“Cenizos”, “Naranjos”, “Bolos”, entre
otros.
Tanto fue así,
que en Abancay se fueron formaron una larga estirpe de criadores de gallos
entre los que destacan las familias: Velarde, Gamarra, De la Cuba, Díaz, Valer,
Gonzales, Lizarazo, León, Pillaca, Samanez, Flores, Reynoso, Luna, Castañeda,
Novoa, Mansilla, Montufar.
En los últimos
tiempos, luego del proceso de Reforma Agraria y la parcelación de las
haciendas, se ha incrementado esta afición, con una sin camada, así tenemos a los: Farfán, Palomino, Bueno, Camacho, León, Huarcaya,
Quispe, Rayán, Azurín, Miranda, Sánchez, Gutiérrez, Zuloaga, Alvarez, Boluarte,
Peña, Acosta, Bravo, Arenas, Tecsi, Ascarza, Monzón, Catalán, Soto, Ccasaya,
Ballón, Dueñas, Inca, Enríquez, Pacheco, Calderón, Asencios, Campana, Vergara,
Barreto, Palacios, Robles, Ugarte, Montes, Pantigozo, Montesinos, sin faltar
los impertinentes “timberos”, que son
los aficionados que no crían, pero presentan gallos en los coliseos.
NOTA.- Si nuestras fuentes han obviado
a alguna familia aficionada, pueden escribirnos a abancaytoday@gmail.com y las
incluiremos.
Para los fines
de presente trabajo tenemos a bien transcribir una interesante historia sobre
una mítica casta de gallos abanquinos: “El Farruco”, y que nos la entrega don
Carlos A. Flores Montes,[3]
sin por supuesto menospreciar, las otras épicas historias que se tejen en los
círculos de aficionados, acerca de los orígenes de esta raza gallera que
realmente existió, pero que a la fecha no existe ni rastros de su legendaria estirpe.
Leamos:
“EL
ORIGEN DE LOS GALLOS "FARRUCOS"
El Señor Don Leoncio Samanez Segovia,
dueño de las haciendas Casinchihua y Carolina en la quebrada del río
Pachachaca, a una legua de la hacienda Yaca y a ocho leguas de la ciudad de
Abancay, fue uno de los pioneros de la crianza del gallo de pelea a navaja en
el departamento de Apurímac, afición que abarca las ciudades de Andahuaylas,
Ayacucho y Cusco.
Don Leoncio en uno de sus
viajes a la Costa vía Puquio y Nazca, que en esa época se realizaba a caballo
hasta Nazca, y de allí en carro por una trocha carrozable hasta Lima. Visitó a
un amigo suyo, el señor Roberto Leguía, famoso criador de gallos de la capital
y hermano del entonces Presidente de la República Don Augusto B. Leguia.
Don
Roberto, dado el especial aprecio que tenía a por su amigo Leoncio, por ser el
personero político de su hermano Augusto en el departamento de Apurímac, le
dijo que se escojiera un gallo y dos gallinas para que se lleve de obsequio.
Don Leoncio luego de pasar minuciosa revista
por todo el criadero, y despreciando unos preciosos gallos color blanco
mantequilla, famosísimos en esa época, escogió un gallo ajiseco, ojo de cabra,
coliblanca y aliblanca, pata amarilla verdosa, caña cuadrada y estaca negra,
ligeramente jorobado o lomo de camote y cresta de clavel.
Don
Roberto sorprendido por la elección, le manifestó que el gallo que le gustaba,
era el obsequio de un amigo chileno, que además era piquero, y que él lo
utilizaba solamente como “preparador” y “picador”. Don Leoncio, muy
delicadamente, le manifestó que dadas las incomodidades del viaje de retorno
(varios días a caballo), no podía llevar uno de los preciosos blancos, por
temor a algún percance en el camino y que en su próxima visita a Lima elegiría
uno de ellos. Don Roberto, al darse cuenta que a su amigo le había gustado
definitivamente el ajiseco, no tuvo más remedio que obsequiárselo, regalándole
además, dos gallinas Dorking Navajeras, machetonas, negras, golilla colorada,
alas barrosas y patas claras.
Luego de dos semanas de
viaje de retorno, Don Leoncio por fin arribó a su hacienda Casinchihua. Las
gallinas llegaron bien, mas no así el gallo, que llegó cojo. En la hacienda
laboraba como mayordomo un señor de avanzada edad aficionado a los gallos, de
apellido Farruto, y que padecía, por accidente, de una cojera del pie
izquierdo. El señor Farruto le tomó gran cariño al gallito ajiseco chileno, a
tal punto que lo hacía dormir en su habitación, entrabado en la pata de su
catre, y a todos les decía que el gallito era su hijo, el cual tenía el deber
de despertarlo todos los días a las cinco de la mañana, para entablar a los
peones en las labores de la hacienda, y como prueba irrefutable que era su hijo, le había heredado su forma
de andar, pues ambos cojeaban de la “pata” izquierda, por esta razón, todos
conocían al gallito con el nombre de “Farruto”.
Don Leoncio Samanez puso en
camada al gallito chileno “Farruto” y a las dos gallinas Dorking navajeras,
naciendo de allí los primeros hijos de “Farruto” que eran idénticos al padre
pero más grandes que él. Todos sus hijos ganaron varias peleas cada uno, y
fueron el origen de unos extraordinarios gallos que triunfaron en las canchas
de Abancay y Andahuaylas, y su fama traspasó las fronteras del departamento de
Apurímac, llegando al Cuzco y Ayacucho, y en la Costa hasta Nazca e Ica.
Esta línea de gallos a pesar de su
cruzamiento, con el correr de los años no perdió su tipo, su color, ni su
extraordinaria calidad y bravura; solo su nombre sufrió una natural
deformación, pues todos los conocían con el nombre de “Farrucos”. El máximo
esplendor que alcanzan los Farrucos, ocurre a partir del año 1938, cuando Don
Leoncio Samanéz le obsequió a su sobrino Don Carlos Flores Pinto, un gallo
Farruco que acababa de jugar en el coliseo de Abancay ganando casi libre, con
apenas un pequeño corte en el mollero.
Don Carlos Flores Pinto,
uno de los jóvenes criadores de la época, se llevó el gallo a Andahuaylas donde
le saca cría; obteniendo una línea de Farrucos de extraordinaria calidad y
mucha casta, los mismos que revolucionaron la crianza del gallo navajero en la
zona, influyendo notablemente en el nivel de las peleas y la afición en
general.
Posteriormente en el año
1949, Don Carlos Flores Pinto establece su criadero en la Hacienda Yaca, a
donde lleva un gallito de nombre Batutín, de la línea de los Farrucos, el mismo
que es cruzado con gallinas provenientes de los Farrucos de Casinchihua,
pioneros de una estirpe, que por más de quince años dominaron las canchas de la
región. Los Farrucos de Yaca eran temidos por su bravura y gran pleito, tal fue
su fama, que cuando salía un Farruco de Yaca, nadie se atrevía a apostar contra
él, ni siquiera el propietario del gallo adversario.
Una de las más comentadas
hazañas de los Farrucos de Yaca, ocurre en el año 1954 y fue un desafió de
SIETE/CUATRO, del Cuzco contra Abancay. El Cuzco representado por el notable
criador Don Mario “CHUCHO” Álvarez y Abancay representado por Don Carlos Flores
Pinto, ambos contendores eran muy amigos desde la infancia pues fueron
compañeros de estudios y de salón en el Colegio Ciencias, pero rivales clásicos
en los gallos. La jugada fue pactada para llevarse a cabo en terreno neutral,
acordándose como sede el distrito de Mollepata, equidistante del Cuzco y
Abancay.
El resultado fue CINCO a DOS a favor de Abancay, lo
anecdótico de esta jugada fue que los siete gallos ganadores fueron de la
estirpe de los “Farrucos de Yaca”, pues los dos gallos que ganaron por el
Cuzco, eran Farrucos criados por Don Abel Pacheco Cano, gran aficionado y
criador cuzqueño, en su fundo “ El Cortijo” de Limatambo cercano a Mollepata,
ambos hijos de un famoso gallo farruco de Yaca, de nombre “El Cabeza Rota”, que
luego de su cuarta pelea ganada en ruedos del Cuzco, fue obsequiado por Don
Carlos Flores, a su primo Abel Pacheco, siendo gran semental en “El Cortijo” y
origen de los afamados Farrucos de Limatambo.”
Esta colorida historia nos ilustra mucho acerca de la psicología, el entusiasmo y la gran afición de familias enteras de galleros apurimeños, pero si algún
lector o aficionado tiene alguna otra historia sobre estos gallos “Farruco”, pueden trasmitírnosla
al mismo correo electrónico, y gustosos lo agregaremos a esta entrada.
[1] Enrique
VIII (28 de junio de 1491-28 de enero de 1547) fue rey de Inglaterra y señor de
Irlanda desde el 22 de abril de 1509 hasta su muerte. Fue el segundo monarca de
la casa Tudor, heredero de su padre, Enrique VII. Se casó seis veces y ejerció
el poder más absoluto entre todos los monarcas ingleses. Entre los hechos más
notables de su reinado se incluyen la ruptura con la Iglesia católica romana y
el establecimiento del monarca como jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra
(Iglesia anglicana), la disolución de los monasterios y la unión de Inglaterra
con Gales.
[2] Whitehall
es una calle de la ciudad de Westminster en Londres, la capital del Reino
Unido. Es la principal arteria que va hacia el norte desde la plaza del
Parlamento (Parliament Square) hasta el extremo sur de Trafalgar Square. A lo
largo de esta vía se pueden encontrar muchos edificios gubernamentales, motivo
por el cual el nombre "Whitehall" es frecuentemente usado como un
metónimo para gobierno administrativo del gobierno del Reino Unido, el Servicio
Civil Británico o al gobierno mismo. además de la estatua de Carlos I y el
Cenotafio.